mayo 29, 2010

¿Feminismo o machismo? Ni lo uno ni lo otro

Por Cristina Hernández

El feminismo fue una revolución, tiene su lugar en la historia como uno de esos movimientos radicales que sacuden a la sociedad pero que una vez que las aguas se calman es momento de revisar su funcionalidad.
El feminismo nos dio libertad, presentó una opción para que las mujeres pudiéramos elegir, pero como cualquier decisión en la vida tiene sus pros y sus contras, creo que es el momento de mediar entre el machismo y el feminismo y, sin ser radicales tomar lo mejor de uno y otro.

Mi madre no tenía opciones para planear su vida, era un hecho que debía casarse, que iba a tener varios hijos y que tenía que someterse abnegadamente a los deseos de un hombre para sobrevivir. Así fue hasta los años 70, cuando el feminismo irrumpió en todo el mundo alcanzando a México y la creación de la píldora anticonceptiva ayudó a que la familia pequeña viviera mejor, las mujeres salieron a trabajar fuera del hogar y la moda unisex nos sorprendió agradablemente. Mi madre comenzó a trabajar. Yo fui la última de sus hijas, pues eligió no tener mas; comenzó a opinar en su casa y su voz se volvió ley. Obtuvo una confianza y autoestima de la cual hasta entonces carecía.

Yo, hija nacida en los años 70, observaba y aprendía. Lo que vi fue una mujer partida en dos, trabajando fuera y dentro del hogar, con dobles responsabilidades, con sentimientos de culpa por el abandono a sus hijos; vi hermanas mayores supliendo a duras penas a la madre. Mis hermanos me cuentan que quemaron biberones una y otra vez tratando de esterilizarlos para la hermanita que a final de cuentas tuvo que aprender que los biberones cumplen la misma función esterilizados o no. Nunca vi un detalle de caballerosidad para ella, nunca observe que le pidiera ayuda a mi padre, mi madre resolvía todo sin problema y sin ayuda. Soy hija de una feminista, crecí orgullosa de ser su hija y ella está orgullosa de sí misma por haber sabido salir adelante sin apoyo alguno, pero su corazón guarda una enorme amargura por el cuidado y la protección que nunca tuvo por parte de su pareja; nunca lo pidió, nunca lo obtuvo, pero lo necesitó y su falta dejó una honda huella en su corazón vacío.

El tiempo pasó y el momento llegó mi momento de elegir. Decidí que no quería trabajar el doble para que mi esposo se lavara las manos y me dejara todo a mí. Decidí que me gusta que me cuiden, que me abran la puerta del auto y que alguien tiene que hacerse responsable por la educación moral y social de los hijos.
Gracias al feminismo tengo hoy el poder de elegir. Pienso que el feminismo conlleva un orgullo hasta ahora visto como una cualidad y que sin embargo solo sirvió para esclavizar aún más a las mujeres, que hoy en día llegan tarde a su casa a hacer tarea con los hijos, lavar trastes, mal comer y mal dormir; todo esto sobre tacones de 10 centímetros y pestañas con rímel resistente al agua para que dure todo el día, porque aun así hay que ser el objeto de deseo.

¿Eso queríamos realmente? Como mujeres pensantes debemos ver lo que ha dejado en la sociedad la elección de despreciar el trabajo y responsabilidad de la mujer que trabaja en casa, que vela por mantener una familia. No hablo de regresar al machismo donde no teníamos voz ni voto, pero deberíamos reconsiderar y darnos permiso de ser el sexo débil, débil de físico pero no de mente, porque si orgánicamente mi esposo mide y pesa mucho más que yo, no entiendo por qué no es él quien deba cargar las bolsas del supermercado o cambiar el tanque del gas. No me molesta ser el sexo débil si eso implica que el sexo fuerte se haga responsable de sus obligaciones y no sea yo quien lo supla.

No soy una mujer inútil puedo valerme por mí misma, pero disfruto mucho el vivir en pareja, donde cada uno tiene un rol y lo ejerce con responsabilidad. Me he olvidado un poco del orgullo y dependo económicamente de un hombre, él vela económicamente por nosotros mientras yo soy ama de casa, disfruto enseñándoles a mis hijos el mundo y la que me parece la mejor manera de vivir en sociedad, mi pareja y yo nos repartimos y dividimos el trabajo que se genera del proyecto común que es tener una familia donde todos tenemos obligaciones y derechos.

3 comentarios:

  1. Hola me da mucho gusto ver que hay mujeres inteligentes que nos hacen ver nuestros errores es muy cierto acabamos haciendo mas trabajo por creernos autosuficientes y luego nos quejamos de que no nos hacen caso me gusto mucho este articulo.

    ResponderEliminar
  2. Que tal como estan, he leido y escuchado en torno al "feminismo", sobre todo en cuanto a sus consecuencias, pero no de esta manera tan sencible y emotiva.
    Las dos pespectivas resultan realmente interesantes, en tanto es innegable que una cosa es la experiecnia de la madre desde la perspectiva de los descendienctes y ulteriomente la propia.
    Comparto la idea y el deseo de que acabe la lucha, entre feminismo y machismo, para entender, que podemos ir en la vida hombro con hombro y de igual por igual.
    Felicidades...

    ResponderEliminar
  3. Aplaudo este artículo y aplaudo esa actitud. Saludos

    ResponderEliminar