junio 29, 2010


Transtornos Mentales

Narcisimo, toda una tragedia griega

POR Redacción

Los trastornos de personalidad no representan una patología per se, sino una forma de ser e interpretar la realidad de la circunstancia social que se vive.

Historiadores, filósofos, sociólogos y analistas sociales en general, coinciden en afirmar que podemos estar viviendo la cúspide del narcisismo como un reflejo de nuestra cultura.

Si el comportamiento narcisista es cada vez más frecuente, se debe a factores psicoculturales en la actualidad, un capitalismo voraz con sus manifestaciones como son: un sistema democrático-autoritario, la globalización económica, la sociedad de consumo, la comercialización, la competitividad, la búsqueda del éxito cuantificado en bienes materiales, el postmodernismo, los libros de superación personal y la información mediática, factores que, entre otros, han filtrado nuestras ideas hasta identificar las necesidades como propias sin cuestionarlas, sin buscar otras opciones, lo que significa la pérdida de la libertad y el vacío existencial. El hombre, como dice Giovanni Sartori “ha dejado de ser homo sapiens para convertirse en homo videns”.

Narciso, una flor
El origen del concepto narcisista proviene de la mitología griega. Concretamente del mito de Narciso. La versión más antigua la aporta Ovidio (43 a. C.) en su libro III de Las metamorfosis.

La leyenda cuenta que Narciso era el hijo de la ninfa Liríope, fruto de la violación del dios del río, Cefiso. Su madre consultó al adivino Tiresias sobre el futuro de su hijo. Él le vaticinó que viviría una larga vida, a menos de que llegara a conocerse a sí mismo. Desde joven, su extraordinaria belleza atraía a jóvenes y muchachas. Su orgullo le hacía rechazar con desprecio e indiferencia a todos los que le amaban. Una de las desdeñadas pidió clemencia y castigo a Némesis, la diosa de la venganza. Ésta, castigó a Narciso haciendo que al inclinarse a beber de una fuente, observara su imagen en el agua y se enamorara instantáneamente de su propio reflejo. Esto le llevó a consumirse por su pasión y murió, transformándose después en una flor que se llamaría Narciso.

Cómo reconocer a un narcisista
No siempre los personajes cotidianos padecen un Trastorno Narcisista de la Personalidad como patología psiquiátrica. Convivimos con muchas personas con rasgos narcisistas. Se encuentran en todas partes, ya sea en nuestros centros de trabajo, en las figuras públicas de los noticieros, en el espectáculo e incluso en nuestra vida privada; puede ser la persona que no deja de hablar de sus planes y éxitos sin dar el turno de la palabra al interlocutor.
Estos son los rasgos más predominantes en una personalidad narcisista:
*Carencia de empatía; incapacidad o resistencia a identificarse, reconocer o aceptar los sentimientos, necesidades, preferencias, prioridades y elecciones del otro; lenguaje corporal altanero; la postura física exuda superioridad, señorío, poderes ocultos, misterio, estudiada indiferencia, entre otros. Aunque el narcisista suele mantener el contacto visual, se abstiene de la proximidad física (conserva su territorio), su actuación social puede ser bromista y condescendiente desde una posición de supremacía.
*Concede el privilegio de su presencia. Puede mantenerse como simple observador, se siente merecedor de trato especial. Siempre trata de obtener consideración de algún tipo: no esperar en las colas, o que el psicólogo le considere “distinto”, hablar directamente con gente de autoridad pasando por alto secretarias y porteros o conseguir condiciones de pago especiales y a medida. También suele requerir al maitre en el restaurante o monopolizar al camarero. En caso de que se le nieguen estas prebendas reacciona coléricamente y con indignación, idealización o devaluación.
* El narcisista clasifica instantáneamente a su interlocutor, idealizándolo o devaluándolo, todo depende de si éste posee potencial como “suministro de alimento para su ego”; si no es así, puede ser humillante e hiriente.
*Pertenencia al club. El narcisista necesita y trata de “pertenecer” a todos los grupos. Por ejemplo, si está hablándole al médico, de entrada le dice que no ha estudiado medicina, para seguidamente darle un discurso versado sobre el tema de consulta. De este modo intenta dejar al profesional impresionado por su inteligencia excepcional. Jamás reconoce su ignorancia en ningún campo, aunque suele tocar de oído y no es difícil “pescarlo”.
*Falsa biografía y fanfarronería. Su discurso está plagado de “yo”, “mi” y “mío”. Se describe como inteligente, o rico, o humilde, o intuitivo o creativo, pero siempre en grado excesivo, no plausible y extraordinario.
*Su biografía suena excepcionalmente rica y compleja. Sus logros denotan desproporción con su edad, educación y renombre.
* Su condición real es demostradamente incompatible con sus asertos. Muchas veces sus fantasías y mentiras se detectan con facilidad. Desliza nombres de gente importante y se apropia de las experiencias y éxitos de los demás.
*Su lenguaje es desprovisto de emoción. Le gusta hablar sobre él mismo y de nadie más que de él. No se interesa por los demás o lo que tienen que decir, a no ser que sean potenciales “suministradores de alimento para su ego”.
*Se muestra aburrido, desdeñoso e incluso enfadado si abusan de su preciado tiempo. En general el narcisista es impaciente, se aburre fácilmente y distrae su atención si no es él el tema de la conversación.
*En caso de que alguien se interese por sus emociones, el narcisista suele hablar en tercera persona, intelectualizar o ironizar. Muestra una extremada seriedad y reverencia por sí mismo. Puede denotar un excelente sentido del humor, irónico y agudo, pero raramente a costa de sí mismo. La importancia de su misión en la vida es cósmica, de consecuencias globales. Por ejemplo, si es científico, su investigación es crucial para la humanidad y va a revolucionar la ciencia.
*El narcisista se ofende fácilmente y se siente insultado. Cualquier comentario puede ser interpretado por él como despreciativo. Su tiempo es más valioso que el de los demás y no puede desperdiciarse en las relaciones sociales.

Óscar Wilde, todo un narciso
Si tuviéramos el propósito de designar al más digno representante del narcisismo, nada mejor que Óscar Wilde. Para acaparar la atención que necesitaba, a Wilde –sin duda el autor de mayor ingenio de la lengua inglesa– no le bastó con escribir la mejor pieza teatral (La importancia de llamarse Ernesto), la mejor novela (El retrato de Dorian Gray), el mejor libreto de ópera (Salomé), el mejor cuento de hadas (El príncipe feliz) y el mejor poema (Balada de la cárcel de Reading) de su época. También tenía que ser el mejor dandi de su tiempo, parecido a Tom Wolfe, Truman Capote o Dennis Rodman. Y, al igual que Wolfe, Capote y Rodman, se hizo famoso por ser como fue. Wilde usaba brillosos trajes color púrpura y llevaba una enorme flor en el ojal. Abogaba por un movimiento estético denominado "el arte por el arte mismo", que se limitaba a centrar la atención en el artista sin preocuparse demasiado por el significado o la moraleja de la obra.

Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde era irlandés, hijo de un cirujano famoso y mujeriego y de una extravagante poetisa que alentaba las andanzas de su hijo, las cuales tenían por objeto llamar la atención. Se casó con una joven tranquila y correcta con quien tuvo dos hijos varones. A los 30 años aproximadamente comenzó a tener una serie de encuentros amorosos y sexuales con hombres jóvenes, algunos de ellos "chicos de la calle". En ese contexto conoció a la persona más peligrosa de quien podría haberse enamorado, Bosie, un joven malcriado, extravagante y desatinadamente histérico que era hijo del homofóbico con mayor tendencia homicida de toda Gran Bretaña. Bosie era Lord Alfred Douglas y su padre el marqués de Queensberry, el rústico inventor del reglamento del boxeo.

Durante un par de años, Wilde, que en ese entonces rondaba los 40 y era una de las personas más famosas de Gran Bretaña, llevó adelante abiertamente su relación con Bosie, con lo cual provocó el antagonismo del retrógrado padre de aquél. Finalmente, cuando Queensberry lo acusó de "sodomita", Oscar tomó la insensata decisión de demandarlo por difamación, como se lo había exigido Bosie. Queensberry llevó a la corte a un grupo de jovencitos que dieron testimonio de las andanzas sexuales de Wilde, así que la corona desechó de inmediato la acusación hecha contra Queensberry por difamación, procesó a Wilde y lo acusó de sodomía y de indecencia alevosa. Bosie se fugó.

Genio y figura…
Todos intentaron convencer a Wilde de que se fuera del país, pero él, obstinado, se negó. Como de costumbre, se deleitó con la atención acaparada. Mientras el mundo observaba con horror, Oscar se subió al estrado a hablar sobre la pureza del amor griego entre hombres jóvenes y maduros. Recitó el poema de Bosie sobre el "amor que no se atreve a decir su nombre". Y después mintió con respecto a sus relaciones sexuales. Se estaba comportando con su habitual actitud excéntrica y arrogante y, poco a poco, agotó la paciencia de todos. El primer tribunal no llegó a una decisión unánime, pero el segundo lo condenó a dos años de trabajo forzado.

Wilde quedó destrozado y, al poco tiempo, también en bancarrota. Su madre y su esposa fallecieron durante su estadía en la cárcel. (Como dijo en la Balada de la cárcel de Reading: "Pero todos los hombres matan lo que aman, oíd, oídlo todos: algunos, lo hacen con una mirada amarga; otros, con una palabra lisonjera. ¡El cobarde lo hace con un beso, el valiente con una espada!".) Jamás volvió a ver a sus hijos. Pero pasado el mal trago, regresó a Bosie, al menos por un tiempo. El joven enseguida se cansó de Oscar y lo echó a patadas. Wilde –que había escrito que "Una pasión inmoderada por el placer es el secreto para ser siempre joven"– murió en 1900 a los 46 años. Bosie se volvió heterosexual, se casó y murió a una edad avanzada.

La tragedia de Wilde suele atribuírsele a su homosexualidad antes que a un bocón al que le tocó vivir en una época de "esto no se dice, de esto no se habla". Como alguna vez dijera Wilde: "En este mundo sólo existen dos tragedias: una consiste en no conseguir lo que uno quiere; la otra, en conseguirlo". Él consiguió lo que quería. "Todos los hombres han vivido su propia vida y han pagado un precio por ello. Lo único lamentable es tener que pagar tantas veces por un sólo error." Lamentablemente, Wilde nunca llegó a ver el precio que pagaron su madre, su esposa, sus hijos y sus amigos del clandestino mundo gay por las indignantes andanzas que él emprendió intentando llamar la atención.

Pero, como el artista bien sabía, él era el "derrochador de su propio genio" y la vida de vicisitudes que llevó fue la más extravagante de sus creaciones. La tragedia de Oscar Wilde fue pensar que era la única persona verdadera sobre el escenario.

Fuentes.
www.psiquiatria.com por Isabel S. Larraburu
www.redsistemica.com.ar por Frank Pittman

Obsesión/Compulsión: Experimentar la contradicción

Por Ximena De la Cueva

Las caras del conocimiento y del control de las situaciones son a veces demoníacas; pueden hacernos virar la mirada o provocarnos fascinación y llevarnos a permanecer absortos ante ellas para sucumbir a sus caprichos.

Como miembros de la sociedad, tenemos roles específicos por interpretar y, si de manera consciente además de voluntaria, pertenecemos a las de Occidente, nuestras acciones se ven claramente delimitadas y podemos reconocerlas incluso en latitudes ajenas. Después de medir las tonalidades corporales, Stanley reconoció a Livingstone por sus manías y su gusto por la moda victoriana; por eso es factible decir, aunque parezca contradictorio, que a partir de estas determinantes decidimos y asumimos las formas que toma nuestro cuerpo con sus respectivos apéndices y las maneras en que se mueve por las construcciones sociales.

Como parte de la educación y la elaboración histórica de las formas de pensamiento, se nos enseña con cuáles parámetros, en qué condiciones y de qué manera es necesario llevar a cabo las prácticas de convivencia, sea con nosotros mismos o con esos que conforman el gran colectivo de “los demás.”

Cuando en la paz de estas prácticas, que llamamos usos y costumbres empieza a gestarse una acción fuera de orden, produce un malestar generalizado, un dolor de cabeza social y dolorosamente individual para el que las aspirinas son un tanto más elaboradas y su ingesta más compleja.

El control, la estructuración y la disposición de actitudes y procederes necesarios para la convivencia, son herencias que, aunque tienen una base biológica, aderezamos con especias crecidas en las disposiciones de los diferentes grupos a los que cada quien pertenece. En este escenario es donde aparece el individuo, ese con valores neuronales diferentes, con rituales propios, con necesidades cognitivas alternas, que inserta distorsiones en las sociedades. Francisco de Goya afirmó terrible y lúcidamente que el sueño de la razón engendra monstruos y Edvard Munch fue uno de tantos artistas que encarnó el aforismo que atormenta el pensamiento.

El Desorden Obsesivo/Compulsivo alinea elementos mentales que se expresan materialmente en actitudes frente a los objetos y a la realidad tangible, como exageración, demasía y otros términos exacerbados, y los lleva a formar parte de la cotidianidad de quien los presenta. Es relativamente fácil y común concebirnos como obsesivo-compulsivos, pero para llenar la clasificación tendríamos que cumplir con requisitos menos seductores de lo que imaginamos.

Puede resultar incluso atractivo pensarnos con estos matices, pero su complejidad y falta de control simplemente puede imposibilitar la socialización; es cierto que encontramos ejemplos por demás atractivos en personajes más admirados que detestados, las aversiones las guardamos para los ordinarios y grisáceos.

La idea de un pensamiento parásito para explicar este tipo de desorden además de evocadora y generadora de poemas resulta por demás clara. A veces uno se pregunta si esa facilidad de producir palabras no nos lleva a conceptualizar de manera simplista, la fascinación que ejercen los sonidos y las imágenes con ellas relacionadas se nos enredan en las figuraciones y los imaginarios empiezan a cambiar de forma y a hacer reaccionar los espacios. Aquí es donde una vez más, el Positivismo entra a determinar las formas y los contenidos, aunque las pertenencias personales puedan guarecerse bajo llave. Tomados de la mano y sonriendo coquetos al orden, los psiquiatras y psicólogos entran entonces en escena. Resulta que la deidad pertinente los colocó en este mundo (y seguramente en otros) para restablecer el equilibrio y hacernos entrar en cintura mental y poder ser parte de nuestros grupos sociales correspondientes.

Sabemos de rituales exóticos usados para controlar todo aquello que captura al obsesivo-compulsivo y le produce ansiedad, y es en ellos donde más claramente vemos la problemática asociada. La racionalidad es entonces un elemento fundamental en situaciones que implican este desorden, que de entrada resulta problemático nombrar por su sonoridad caótica. El obsesivo necesita comprender para solucionar, actúa siempre para resolver, y es la personificación de la lucha de contrarios, su obsesión, precisamente, es contrarrestar su idea de caos específico a través de la generación y producción de su contrario; y si bien es cierto que sus acciones son repetitivas e incontrolables, es precisamente su racionalidad y complejidad de pensamiento lo que hace que el primer paso en el tratamiento sea lo actualmente se llama “Psicoeducación”. Y una vez más caemos en la suma de preguntas que endurecen los caminos a las escuelas o los reblandecen y los hacen intransitables: ¿qué tal si dentro del proceso educativo recibiéramos información y formación emocional y psicológica (con prácticas de campo incluidas)?

En este siglo que ya cumple su primera década, la certificación de la Psicología está en proceso de gestación, al menos en los proyectos de psicólogos preocupados y comprometidos precisamente por la sobrepoblación de subdiagnósticos de los más diversos desórdenes, lo cual se detecta en la cantidad de personas inmunes a tratamientos interminables y con formas de pensamiento y corazones fracturados en medio de espacios inmensos, donde la inmensidad se mide por la incapacidad elaborar destinos y voluntades.

La historia del Héroe de la Patria

Por Cristina Hernández Magaña

“Dicen que estoy loco, pero no les hagas caso; dicen que tengo esquizofrenia pero yo no soy de esos loquitos de las películas que babean y que los tienen en los manicomios.”

“Te voy a contar como empezó todo ¿si? Escúchame por favor, no puedo confiar en nadie, solo en ti. Bueno, sé que estás ocupada, pero no tardaré mucho ¿Vale?”

“Ya tiene tiempo de esto, un día por la mañana no quería levantarme, tenía frío, un frío que calaba los huesos y que venía mas de adentro que de afuera de mi cuerpo, levantarme para ir a trabajar fue un triunfo, la tienda donde vendía ropa, la que está afuera del metro Tacubaya !Esa mera! Ese día te juro que se veía más fea que de costumbre y la gente también se veía gacha, así ¡fea! hasta ganas de botar el trabajo me dieron. Había reprobado el examen de admisión a la universidad ¿te acuerdas que quería ir a la universidad? y extrañaba a mis amigos de la prepa, me sentía triste porque el Lalo y el Juanito ya ni me hablaban, ya venía mi cumpleaños, iba a cumplir 20, me acuerdo rebién porque aún escucho a ‘la jefa’ diciendo que ya no era un chiquito: ‘ya es hora de que te portes como hombre y traigas dinero a la casa’, me hubiera gustado celebrar una fiesta pero ‘pus ya ni amigos tenía y Mariana mi chava de la prepa me acababa de terminar. Estaba bien bonita, la hubieras conocido, güerita, delgadita y ‘pus me dejó.”

“¡Ya me voy a apurar!, ¿cómo que esa vieja qué? Pus era mi novia y yo la quería un resto! ese día, cuando salí de la tienda estaba bien triste y algunos chavos afuera de la casa me invitaron una chela y el toque de hierba que ‘el quete’ me invitó me hizo sentir mejor, bien chido!”

“Al otro día y los siguientes me los pasé tomando cerveza y ‘quemándole las patas al diablo’, cada día era más difícil salir de mi cuarto, lo único que se me antojaba hacer era estar con mis amigos y fumar mariguana, mientras estaba con ellos ya no importaba lo que ‘la jefa’ dijera, o si Mariana ya se estaba cogiendo con otro, me di cuenta que ya no me sentía triste, tampoco tenía razones para reírme, es más ya no sentía nada, no tenía a nadie con quien me interesara hablar y pues tampoco nadie me hablaba.”

“¿Cómo que tú sí?, ¿Si tú nunca vienes ni me llamas? Bueno, déjame continuar, entonces pues como que oía que alguien me hablaba, así quedito, bien bonito al oído y pues comencé a platicar con mi sombra ¿crees? sí, ¡mi sombra! ¡neta! Mi sombra antes era bien divertida, me hacía reír mucho y me contaba cosas chistosas, pero por las noches la sombra se muere ¿sabías? Si pues como no hay sol, la sombra se muere, entonces cuando el miedo de morir espanta a la sombra ella se vuelve mala, muy mala y cada noche era peor, se volvía más maldita y ahora siempre es bien perversota y siempre me susurra cosas al oído.”

“Ella también es muy chingona y me explicó cómo Mariana nunca me quiso porque se puso de acuerdo con los de la calle para ponerme un cuatro, ellos, mis propios amigos me quieren envenenar, saben que el presidente de la República me ha encomendado una misión muy importante que hará que el País sea una potencia mundial, ¡Vamos a ser como los gringos! Él me contó el secreto. ¡Oye! ¿Me estas escuchando? Ah, creí que habías colgado.”

“El presidente sabe que tengo una inteligencia superior, sabe que soy bien chingón, así que me contó todo y ahora sólo él y yo tenemos el secreto que salvará al país; ellos están celosos, hablan de mí cuando creen que no los escucho pero mi sombra y yo nos reímos de ellos que creen que no sé lo que planean. Mi sombra me dice que debemos partirles su madre antes de que hagan algo, ¡ellos no pueden poner mi misión en peligro! Sé que quizá a la hora de los putazos esto se ponga de a peso y me maten, o con suerte yo me eche a uno primero, pero me los voy a abrochar, mi País merece que corra sangre con tal de que México sea como Estados Unidos ¡vamos a ser bien poderosos!, los secretos que me contó el presidente se irán conmigo a la tumba.”

“¡Que no!, ¡no estoy jugando! Déjame terminar esto es serio.”

“Mi ‘jefa’ me llevó dizque a un doctor, pero sólo era un espía que quería sacarme información, yo no le dije nada y mi sombra está orgullosa de mí, pero el hombre le dijo algo a ella y ahora ‘la jefa’ está llorando y dice ‘¡no es posible! ¡cómo es que no me di cuenta nunca!’ dicen que estoy loco, que tengo esquizofrenia y paranoide algo, suena bien raro, pero solo lo hacen para ver si le sacan algo a la vieja.”

“¡No!, ¡tú no llores! oye no llores, necesito que sigas escuchando.”

“Bueno, te decía que mi mamá está llorando y creo que quizá los descubrió, ahora ella sabe de sus planes también; mi sombra me dijo que tal vez ‘la jefa’ también está involucrada en el complot que hay en mi contra. ¡Putos! Todos son unos putos, van a querer darnos una calentada a mi sombra y a mí para sacarnos la verdad, no puedo confiar en nadie, sólo en ti, me acuerdo que cuando era chiquito tú me cuidabas, mi sombra está muy segura de que aunque la torturen, ella no dirá ni una palabra, pero duda mucho que yo pueda soportar la tortura, me dijo que te llamara para despedirme porque esto ya valió verga, opina que es mejor morir por la Patria con honor, a andar de chiva y traicionar la confianza que el presidente ha puesto en mí al contarme su secreto. Es por eso que estoy subiendo a la azotea en este momento.”

“¡Escúchame!, deja de chillar y no me interrumpas. Te estoy contando esto para que le digas al presidente que no lo defraudé, tú serás testigo de que nunca traicioné a nadie. Ya llegue a la cornisa.”

“Gracias hermanita por escucharme, diles que tu hermano fue un héroe de la Patria, tengo que colgar. Adiós.”

Por ese mundo de penas que me das tú*

Por María Dolores Bolívar

Los síntomas de la Depresión:
* Súbitos cambios de humor y de conducta.
* Baja o nula autoestima.
* Disfuncionalidad cognitiva y social.
* Falta de sueño o insomnio.
* Pérdida de apetito.
* Baja energía o pérdida total de la energía.
* Cansancio aparejado de poca o nula actividad física.
* Soledad y aislamiento.

¿Quién de entre nosotros se atrevería a asegurar que no padece de Depresión, así sea leve o en sus estados iniciales? Sin embargo, la Depresión es un mal que se oculta. Muchos no son capaces de reconocer que la padecen y otros, aún reconociéndolo, la esquivan. La Depresión ha sido equívocamente asociada con mujeres o con personas de nivel socioeconómico elevado, cuando en verdad las cifras muestran que este mal aqueja a un 80 por ciento de personas que también padecen pobreza o marginación. La Depresión no es sólo un mal individual, es asimismo un mal social y de impacto mundial. En su extremo más sórdido, ha comenzado a deslizarse por el espectro de las edades hacia la juventud y la adolescencia. Aún en la edad de las ilusiones, la Depresión comienza a hacer estragos, en particular entre aquellos que tienen poco acceso a las oportunidades educativas y laborales.

Prestado ni a Dios, Regalado ni al Diablo
La mansión de Winchester está localizada en San José, California. Por fuera, nos hace padecer el espejismo de las mansiones victorianas; suntuosas, coloridas, parchadas de estéticas y lujos que uno no puede pasar sin ver. En su interior el mundo se complica; pequeños escalones, puertas condenadas, oscuros pasillos, relojes detenidos, espejos que hablan de una realidad cuajada de miedos. 160 cuartos, 10 mil ventanas, 2 mil puertas, 52 tragaluces, 47 chimeneas, 40 escaleras, 6 cocinas y 3 elevadores conforman ese increíble enigma que se forjó a golpe de martillo, a lo largo de décadas. Sarah Pardee, o Sarah Winchester era su dueña diminuta (4 pies con diez pulgadas o 1.47 metros de altura). Alguna vez considerada hermosa, encantadora e inteligente, Sarah se quedó completamente sola en 1881, a la muerte de su marido, William Wirt Winchester ―quien contrajo tuberculosis, la enfermedad que el diecinueve llevó repetitivamente a la literatura―. Su única hija, Annie, había muerto de marasmo ―mal también distintivo del siglo―. Sarah, purgó la que ella misma creyó ser la condena de la familia Winchester, fundadora de la compañía de rifles que diezmó al Oeste y desangró al Sur de Estados Unidos. La señora Pardee o Winchester tuvo abundancia de dinero y excentricidades, pero la culpa la llevó a vivir en permanente diálogo con los muertos… igualitito que si estuviese, ella misma, muerta.

La fortuna heredada por Sarah ascendía a 20 millones de dólares, lo que le daba una suma aproximada de mil dólares diarios, cantidad elevadísima al cierre del siglo por el que Sarah transitó dándose a sí misma la misión de aplacar a los espíritus enfurecidos por los estragos causados al mundo por los rifles Winchester. Convencida de ser la víctima de una maldición, Sarah vivió recluida en su laberíntica mansión/prisión, sin permitir a nadie verla ―aún a sus sirvientes, a quienes imponía una infranqueable distancia―. Obsesionada con hablar con los muertos, en sesiones mediante las cuales se dio a sí misma la tarea de purgar los males de su tiempo, hizo construir su mansión sin parar, pues creía que el ruido de martillos, picos y palas ahuyentaría a las ánimas que la asediaban.

El romanticismo ―tónica y estilo del siglo de Sarah― patentó el rostro de la Depresión. En contraste con la violenta muerte que diezmó al Oeste a bala, puñal o flecha, la muerte de Sarah agregó a la tipificación de la morbidez de época, la tristeza, la incomprensión, la soledad y el olvido.

Porque es áspera y fea
Juana de Ibarbourou fue una escritora uruguaya extraordinaria, cuyos talentos resaltaron aún más por tratarse de una mujer escritora, en un mundo que rara vez las reconoce. Pero aunque se destacó entre los suyos a los cuarenta años e hizo historia siendo leída y reconocida al punto de otorgársele el título de Juana de América (mismo que obtuvo más por su belleza que por sus talentos), murió encerrada en su casa, oculta del mundo que la relegó en el olvido. Muchas, antecesoras o contemporáneas de Juana murieron jóvenes y por propia mano. Dolores Ventimilla de Galindo (1830-1857), Alfonsina Storni (1892-1938) y Alejandra Pizarnik (1936-1972) por dar solamente tres ejemplos.

La vida y la obra de Ibarbourou se vieron afectadas por los hombres que la rodearon. Un marido abusivo ―Lucas de Ibarbourou―; un amor imposible, veinte años mayor que ella; un hijo ambicioso, a quien dio el nombre de Julio César. Aquella que imaginara su travesía hacia la muerte como un desafío dirigido a Caronte ―“en tu barca seré como un escándalo”― conoció la amarga existencia de La Higuera ―porque es áspera y fea― apartada del mundo, adicta a la morfina y víctima lamentable de medios intelectuales voraces que a menudo se comportan como mafias exclusivas y excluyentes.

Fumando espero
El fumador evade la realidad. Enciende un cigarrillo, inhala con placer, se inclina hacia atrás y entra, virtud de su imaginación, en algún recuerdo del que echa mano para evadirse de la realidad. Su dependencia del cigarro le impide ver que se envenena poco a poco cada vez que respira esa mezcla mortal de nicotina y tóxicos aleatorios. Fuma para evadirse de aquello que le produce dolor. Fuma para no mirar. A medida en que el tabaco nubla su vista, cierto sentido de bienestar le adormila el dolor que le produce el mundo que le rodea.

La Depresión, o la ausencia de felicidad ―concebida ésta como energía motivadora de vida― es lo que más escasea actualmente en el planeta. La red social que da a los individuos sentido de pertenencia volviéndolos activos y funcionales, ha sido eliminada casi por completo. Las dependencias surgen cual mecanismo autodefensivo. Los que no fuman, beben, consumen drogas, realizan compras compulsivas o experimentan fobias.

En principio el ser humano quiere ser feliz y piensa que serlo se asocia a tener éxito y dinero. Para muchas mujeres la felicidad se traduce en un matrimonio bien avenido, una casa y también dinero. La mayoría de mujeres hablan de una boda aunque en verdad hay muchas que, no obstante estar casadas, confiesan no haber alcanzado la meta de la felicidad. Pocas dirán que aceptarían la felicidad por vía de un hombre que no fuese su esposo. Asociada a la libertad, la independencia, el ingreso, el estado civil, el éxito, la pertenencia, el cariño de amigos y familiares o la acumulación de riquezas… la felicidad es el concepto etéreo que más vidas cobra.

Los antidepresivos sirven para eliminar dolores físicos y anímicos. La Depresión viene siempre acompañada de neuralgias, crisis de estrés, dolencias de orden psicosomático. Los tricíclicos buscan eliminar esos males crónicos, además de controlar la Depresión o la Ansiedad. La dependencia de los antidepresivos se ha vuelto una amenaza latente para millones de personas. Anna Nicole Smith y Heath Ledger murieron a causa de una sobredosis de medicamentos recetados contra la ansiedad y la Depresión. Pero el caso más sonado, el que más intriga, es el de Michael Jackson, quien consumía simultáneamente y bajo la supuesta vigilancia de un doctor, 8 medicamentos de distribución estrictamente vigilada ―Demerol, Dilaludid, Vicodin, Xanax, Soma, Zoloft, Paxil y Prilosec― y cuyos efectos adictivos lo llevaron a la muerte. Por sí solas, cada una de las sustancias recetadas a Jackson en increíbles dosis, lo habrían podido llevar a la muerte. La pregunta que se nos queda es si no habría otro camino para el artista pop que aquel cocktail de drogas de escape.

En el sitial del diálogo, violencia
El 16 de abril de 2007, en lunes, el joven Seung-Hui Cho se preparó con precisión aritmética y salió al campus universitario de Virginia Tech a matar a 32 personas. Sus acciones mortíferas cimbraron no solamente al apacible poblado de Blacksburg, Virginia ―donde estudiaba Inglés con la esperanza de convertirse en escritor― sino al mundo entero. Cho, de origen coreano, había sido diagnosticado con desórdenes de ansiedad y estrés y había recibido terapia y apoyo en sus años formativos. Nada, sin embargo, a los ojos de su hermana, egresada de una destacada universidad norteamericana, habría podido prepararla para un giro como ése.

A pesar de las pistas que indicaban tendencia a una personalidad compulsiva, nada habría alertado a las autoridades universitarias para evitar los sangrientos acontecimientos. Para muchos, las leyes que protegen las garantías individuales fueron responsables de que Cho, afectado de estrés y Depresión severas, tuviese acceso a las armas de las que dispuso aquella mañana; pasase inadvertido, pese a los signos que alertaron a algunos de sus profesores; se mantuviese en grado tal de aislamiento, al punto de que su personalidad sufriese al interior del medio educativo ―del que se espera lo contrario― mayor deterioro hacia los extremos que produjeron el lamentable desenlace.

Algunos piensan que el lunes es un día más desolador que otros; en él perciben un silencio inusualmente sepulcral, o notoriamente más opresor. En la reflexión del comenzar, al inicio de cada semana, creen percibir algunos de los elementos anímicos que llevan al individuo a la toma de medidas extremas. Un lunes de enero de 1979 la joven de 17 años Brenda Spencer arremetió a tiros de rifle de alto calibre contra los chicos que entraban a la escuela situada enfrente de su casa. “No me gustan los lunes”, declaró con desparpajo a la prensa la jovencita que hoy encabeza una larga lista de muertes masivas registradas en escuelas, resultado de la Depresión en jóvenes parcialmente abandonados por sus padres. El lunes, desolador rencuentro con la rutina, para muchos, recibe el nombre “lunes triste”. Pero lejos de quedarnos con la simple correlación entre la Depresión y el día lunes, asumir que la vida cotidiana incide en el ánimo al punto de ejercer un poder letal en algunos, resulta urgente.

Detrás de cada gran tragedia
José era alcohólico. Desde que el día despuntaba comenzaba a beber, hilando en una misma narrativa larga, interminable, la ilógica existencia que lo expresaba vía el alcohol. José había perdido la esperanza y bebía para no enfrentarse a sí mismo en esa existencia desoladora que se prolongaba por días y noches que ya no conseguía diferenciar.

Al margen de las cifras ―que son altísimas (una persona de cada cinco o un veinte por ciento de la población) ―, la Depresión se presenta hoy como el mal del milenio. Grave, en sí misma, incide en otras enfermedades y agrava a los pacientes que, sin familia ni incentivo para seguir viviendo, se dejan morir de Cáncer, de SIDA, de Alcoholismo, de Diabetes, de Obesidad. En sus formas extremas ―suicidio, Bipolaridad, Psicopatía― la Depresión está también asociada al conjunto de factores estresantes que tienden a aislar a la persona y volverla frágil, vulnerable. La Depresión es a menudo uno de muchos factores destructivos que aquejan al individuo, junto al Insomnio, el Estrés, el Cansancio, la Disfuncionalidad Afectiva, el Aislamiento, la Soledad.

José no era excepción en su mundo. Junto a él obraba sobre sus compañeros de trabajo el maleficio de una vida sin estabilidad ni éxitos que daba nombre y rostro a la Obesidad, la Anorexia, la Hipocondría, el desequilibrio emocional. En su versión cotidiana cada uno de los actores de aquella trama sufrían dolorosos desajustes… el silencio auto impuesto, la efusividad, la insatisfacción, las riñas intestinas. Ocasionalmente, salían a flote los rencores jamás resueltos, las rivalidades, los odios, la hostilidad mostrándose como si fuera un puñal que se levantase contra el espíritu de aquellos seres emocionalmente en desbalance con su intelectualidad; con el coeficiente emocional a menos cero, en un ambiente de lumbreras y destacados de las distintas profesiones o expresiones artísticas.

José se ahorcó. Decidió que su vida no valía ya nada ni para él ni para nadie. En su atropellada decisión, tuvo tiempo de actuar de manera calculada, paso a paso. Eligió el día de su retorno al trabajo luego de un período de descanso; dejó una nota escrita en donde hablaba sobradamente de su insatisfacción. Se alejó de todos y de todo, externando con elocuente silencio cuánto se despreciaba a sí mismo en aquel papel que le impuso una cadena de fracasos, varios reinicios, la certeza que la edad comenzaba a revelarle respecto del futuro al que comenzaba a pisarle los talones.

Cifras que hablan
Una de cada siete personas en Estados Unidos padece de Depresión, cifra que nos lanza un número de 44 millones de personas (National Health and Nutrition Examination Survey).

La edad en la que comienza a diagnosticarse “Depresión” en Estados Unidos es, en la actualidad, los doce años.

La Depresión afecta todas las áreas de la vida de un país, apareciendo entre las tres primeras causas de ausentismo laboral, renuncia, fracaso profesional, muerte prematura, suicidio, disfuncionalidad social. El 80 por ciento de las personas que reportaron padecer Depresión también dijeron padecer disfuncionalidad en el medio laboral o en su vida familiar.

Asociada con muchas psicopatías, la Depresión crónica influye en la criminalidad, la violencia urbana, las afectaciones compulsivas y el rampante aumento de otras condiciones médicas como la Obesidad, la Anorexia, la Bulimia o las afectaciones cardiopulmonares. La Depresión está también asociada a las psicodependencias afectivas, el abuso de drogas, el abuso de alcohol y otras compulsiones. La mayoría de personas afectadas de Depresión jamás reciben atención médica o asesoría psicológica.

Se calcula que menos de un treinta por ciento de las personas afectadas de Depresión reciben atención médica. Considerando toda la población afectada de Depresión, solamente un 39 por ciento de personas diagnosticadas con Depresión severa reportan someterse a tratamiento psicológico. Aunque la Depresión es un malestar crónico, tratable, la mayoría de personas la padecen en silencio y jamás se someten a tratamiento.

*Antigua canción guaraní.

Ilustraciones por Eric Armusik


Eric Armusik nació en 1873 y creció en el noreste de Pennsylvania, en la región productora de carbón. Su pueblo natal fue en algún tiempo uno de los lugares de mayor producción de carbón en todo Estados Unidos, pero después de la Gran Depresión cayó en la quiebra. La pequeña comunidad en la que Armusik creció era muy devota y étnicamente diversa. Aunque el joven Eric no tenía acceso a museos o arte público, su pueblo tenía una iglesia en cada calle, y fue dentro de estos edificios donde el futuro pintor tuvo sus primeros encuentros con obras de arte mientras observaba las paredes y los techos de las iglesias de su pueblo los domingos. La tradición del Realismo Académico de las pinturas y las obras de arte religiosas católicas dejaron en él una marca permanente que continúa influenciando su trabajo.

Eric demostró su talento desde muy temprana edad, a los 10 años de edad ganó un concurso de arte llamado “Por qué me gusta vivir en el Valle de Wyoming”, que incluía estudiantes de todas las escuelas de alrededor. Su dibujo de su casa de Swetland se exhibió en el edificio Franklin First Federal en el centro de Wilkes Barre. Su talento le permitió ganar numerosos concursos y en 1990 fue condecorado por su Contribución a las Artes por la Universidad de Wilkes, donde fue alumno de su Upward Bound Program. En 1991, Eric se inscribió en la Universidad del Estado de Pennsylvania State, donde se recibió con un grado de B. F. A. en Pintura, con una especialidad (minor) en Historia del Arte enfocado a Arte Barroco. En 1995 recibió la beca Margaret Giffen Shoenfelder Memorial Scholarship for the Arts y terminó el último semestre de su especialidad (minor) en Historia del Arte en Todi, Italia. Durante sus clases de arte aprendió de las pinturas originales, la arquitectura, y las esculturas de grandes maestros como Miguel Ángel, Bernini, Caravaggio, Rubens y Donatello. La rara oportunidad de estudiar las obras maestras de pintores barrocos como Caravaggio y Artemisia Gentileschi tuvo un gran impacto sobre la calidad de su obra y le ayudó a dirigir la inspiración que experimentó de niño. Después de años de aprendes las técnicas de los viejos maestros Eric aplicó sus habilidades en su estudio de Filadelfia y se convirtió en un artista realista de renombre internacional trabajando para el estudio de Nelson Shanks, Studio Incamminati.

A sabiendas de la dificultad que los aspirantes a artistas enfrentan al buscar entrenamiento en el arte de dibujo y puntura clásica, Eric fundó más tarde el Studio of Eric Armusik, una pequeña escuela atelier de dibujo y pintura. El programa de Armusik está basado en los métodos de enseñanza de los grandes maestros y los ateliers franceses del Siglo 19 Los estudiantes dibujan y pintan completamente de modelos vivos sin el uso de fotografías y aprenden a crear obras de arte dramáticas.

El trabajo de Eric se ha exhibido en galerías y museos como el Salmagundi Art Club en Nueva York, el Allentown Art Museum, el Phillip and Muriel Berman Art Museum, en Ursinus College; en los Monsoon Galleries, en el Hoyt Institute of Fine Arts, en el State Museum of Pennsylvania y en el Reading Public Museum, por mencionar algunos. En 2003, Eric fue seleccionado para representar a Estados Unidos en Florencia, Italia, durante la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo, donde exhibió varias de sus obras. Su trabajo forma parte de colecciones permanentes en el Trenton City Museum, el Lehigh Valley Hospital y varias colecciones privadas.