junio 29, 2010

Narcisimo, toda una tragedia griega

POR Redacción

Los trastornos de personalidad no representan una patología per se, sino una forma de ser e interpretar la realidad de la circunstancia social que se vive.

Historiadores, filósofos, sociólogos y analistas sociales en general, coinciden en afirmar que podemos estar viviendo la cúspide del narcisismo como un reflejo de nuestra cultura.

Si el comportamiento narcisista es cada vez más frecuente, se debe a factores psicoculturales en la actualidad, un capitalismo voraz con sus manifestaciones como son: un sistema democrático-autoritario, la globalización económica, la sociedad de consumo, la comercialización, la competitividad, la búsqueda del éxito cuantificado en bienes materiales, el postmodernismo, los libros de superación personal y la información mediática, factores que, entre otros, han filtrado nuestras ideas hasta identificar las necesidades como propias sin cuestionarlas, sin buscar otras opciones, lo que significa la pérdida de la libertad y el vacío existencial. El hombre, como dice Giovanni Sartori “ha dejado de ser homo sapiens para convertirse en homo videns”.

Narciso, una flor
El origen del concepto narcisista proviene de la mitología griega. Concretamente del mito de Narciso. La versión más antigua la aporta Ovidio (43 a. C.) en su libro III de Las metamorfosis.

La leyenda cuenta que Narciso era el hijo de la ninfa Liríope, fruto de la violación del dios del río, Cefiso. Su madre consultó al adivino Tiresias sobre el futuro de su hijo. Él le vaticinó que viviría una larga vida, a menos de que llegara a conocerse a sí mismo. Desde joven, su extraordinaria belleza atraía a jóvenes y muchachas. Su orgullo le hacía rechazar con desprecio e indiferencia a todos los que le amaban. Una de las desdeñadas pidió clemencia y castigo a Némesis, la diosa de la venganza. Ésta, castigó a Narciso haciendo que al inclinarse a beber de una fuente, observara su imagen en el agua y se enamorara instantáneamente de su propio reflejo. Esto le llevó a consumirse por su pasión y murió, transformándose después en una flor que se llamaría Narciso.

Cómo reconocer a un narcisista
No siempre los personajes cotidianos padecen un Trastorno Narcisista de la Personalidad como patología psiquiátrica. Convivimos con muchas personas con rasgos narcisistas. Se encuentran en todas partes, ya sea en nuestros centros de trabajo, en las figuras públicas de los noticieros, en el espectáculo e incluso en nuestra vida privada; puede ser la persona que no deja de hablar de sus planes y éxitos sin dar el turno de la palabra al interlocutor.
Estos son los rasgos más predominantes en una personalidad narcisista:
*Carencia de empatía; incapacidad o resistencia a identificarse, reconocer o aceptar los sentimientos, necesidades, preferencias, prioridades y elecciones del otro; lenguaje corporal altanero; la postura física exuda superioridad, señorío, poderes ocultos, misterio, estudiada indiferencia, entre otros. Aunque el narcisista suele mantener el contacto visual, se abstiene de la proximidad física (conserva su territorio), su actuación social puede ser bromista y condescendiente desde una posición de supremacía.
*Concede el privilegio de su presencia. Puede mantenerse como simple observador, se siente merecedor de trato especial. Siempre trata de obtener consideración de algún tipo: no esperar en las colas, o que el psicólogo le considere “distinto”, hablar directamente con gente de autoridad pasando por alto secretarias y porteros o conseguir condiciones de pago especiales y a medida. También suele requerir al maitre en el restaurante o monopolizar al camarero. En caso de que se le nieguen estas prebendas reacciona coléricamente y con indignación, idealización o devaluación.
* El narcisista clasifica instantáneamente a su interlocutor, idealizándolo o devaluándolo, todo depende de si éste posee potencial como “suministro de alimento para su ego”; si no es así, puede ser humillante e hiriente.
*Pertenencia al club. El narcisista necesita y trata de “pertenecer” a todos los grupos. Por ejemplo, si está hablándole al médico, de entrada le dice que no ha estudiado medicina, para seguidamente darle un discurso versado sobre el tema de consulta. De este modo intenta dejar al profesional impresionado por su inteligencia excepcional. Jamás reconoce su ignorancia en ningún campo, aunque suele tocar de oído y no es difícil “pescarlo”.
*Falsa biografía y fanfarronería. Su discurso está plagado de “yo”, “mi” y “mío”. Se describe como inteligente, o rico, o humilde, o intuitivo o creativo, pero siempre en grado excesivo, no plausible y extraordinario.
*Su biografía suena excepcionalmente rica y compleja. Sus logros denotan desproporción con su edad, educación y renombre.
* Su condición real es demostradamente incompatible con sus asertos. Muchas veces sus fantasías y mentiras se detectan con facilidad. Desliza nombres de gente importante y se apropia de las experiencias y éxitos de los demás.
*Su lenguaje es desprovisto de emoción. Le gusta hablar sobre él mismo y de nadie más que de él. No se interesa por los demás o lo que tienen que decir, a no ser que sean potenciales “suministradores de alimento para su ego”.
*Se muestra aburrido, desdeñoso e incluso enfadado si abusan de su preciado tiempo. En general el narcisista es impaciente, se aburre fácilmente y distrae su atención si no es él el tema de la conversación.
*En caso de que alguien se interese por sus emociones, el narcisista suele hablar en tercera persona, intelectualizar o ironizar. Muestra una extremada seriedad y reverencia por sí mismo. Puede denotar un excelente sentido del humor, irónico y agudo, pero raramente a costa de sí mismo. La importancia de su misión en la vida es cósmica, de consecuencias globales. Por ejemplo, si es científico, su investigación es crucial para la humanidad y va a revolucionar la ciencia.
*El narcisista se ofende fácilmente y se siente insultado. Cualquier comentario puede ser interpretado por él como despreciativo. Su tiempo es más valioso que el de los demás y no puede desperdiciarse en las relaciones sociales.

Óscar Wilde, todo un narciso
Si tuviéramos el propósito de designar al más digno representante del narcisismo, nada mejor que Óscar Wilde. Para acaparar la atención que necesitaba, a Wilde –sin duda el autor de mayor ingenio de la lengua inglesa– no le bastó con escribir la mejor pieza teatral (La importancia de llamarse Ernesto), la mejor novela (El retrato de Dorian Gray), el mejor libreto de ópera (Salomé), el mejor cuento de hadas (El príncipe feliz) y el mejor poema (Balada de la cárcel de Reading) de su época. También tenía que ser el mejor dandi de su tiempo, parecido a Tom Wolfe, Truman Capote o Dennis Rodman. Y, al igual que Wolfe, Capote y Rodman, se hizo famoso por ser como fue. Wilde usaba brillosos trajes color púrpura y llevaba una enorme flor en el ojal. Abogaba por un movimiento estético denominado "el arte por el arte mismo", que se limitaba a centrar la atención en el artista sin preocuparse demasiado por el significado o la moraleja de la obra.

Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde era irlandés, hijo de un cirujano famoso y mujeriego y de una extravagante poetisa que alentaba las andanzas de su hijo, las cuales tenían por objeto llamar la atención. Se casó con una joven tranquila y correcta con quien tuvo dos hijos varones. A los 30 años aproximadamente comenzó a tener una serie de encuentros amorosos y sexuales con hombres jóvenes, algunos de ellos "chicos de la calle". En ese contexto conoció a la persona más peligrosa de quien podría haberse enamorado, Bosie, un joven malcriado, extravagante y desatinadamente histérico que era hijo del homofóbico con mayor tendencia homicida de toda Gran Bretaña. Bosie era Lord Alfred Douglas y su padre el marqués de Queensberry, el rústico inventor del reglamento del boxeo.

Durante un par de años, Wilde, que en ese entonces rondaba los 40 y era una de las personas más famosas de Gran Bretaña, llevó adelante abiertamente su relación con Bosie, con lo cual provocó el antagonismo del retrógrado padre de aquél. Finalmente, cuando Queensberry lo acusó de "sodomita", Oscar tomó la insensata decisión de demandarlo por difamación, como se lo había exigido Bosie. Queensberry llevó a la corte a un grupo de jovencitos que dieron testimonio de las andanzas sexuales de Wilde, así que la corona desechó de inmediato la acusación hecha contra Queensberry por difamación, procesó a Wilde y lo acusó de sodomía y de indecencia alevosa. Bosie se fugó.

Genio y figura…
Todos intentaron convencer a Wilde de que se fuera del país, pero él, obstinado, se negó. Como de costumbre, se deleitó con la atención acaparada. Mientras el mundo observaba con horror, Oscar se subió al estrado a hablar sobre la pureza del amor griego entre hombres jóvenes y maduros. Recitó el poema de Bosie sobre el "amor que no se atreve a decir su nombre". Y después mintió con respecto a sus relaciones sexuales. Se estaba comportando con su habitual actitud excéntrica y arrogante y, poco a poco, agotó la paciencia de todos. El primer tribunal no llegó a una decisión unánime, pero el segundo lo condenó a dos años de trabajo forzado.

Wilde quedó destrozado y, al poco tiempo, también en bancarrota. Su madre y su esposa fallecieron durante su estadía en la cárcel. (Como dijo en la Balada de la cárcel de Reading: "Pero todos los hombres matan lo que aman, oíd, oídlo todos: algunos, lo hacen con una mirada amarga; otros, con una palabra lisonjera. ¡El cobarde lo hace con un beso, el valiente con una espada!".) Jamás volvió a ver a sus hijos. Pero pasado el mal trago, regresó a Bosie, al menos por un tiempo. El joven enseguida se cansó de Oscar y lo echó a patadas. Wilde –que había escrito que "Una pasión inmoderada por el placer es el secreto para ser siempre joven"– murió en 1900 a los 46 años. Bosie se volvió heterosexual, se casó y murió a una edad avanzada.

La tragedia de Wilde suele atribuírsele a su homosexualidad antes que a un bocón al que le tocó vivir en una época de "esto no se dice, de esto no se habla". Como alguna vez dijera Wilde: "En este mundo sólo existen dos tragedias: una consiste en no conseguir lo que uno quiere; la otra, en conseguirlo". Él consiguió lo que quería. "Todos los hombres han vivido su propia vida y han pagado un precio por ello. Lo único lamentable es tener que pagar tantas veces por un sólo error." Lamentablemente, Wilde nunca llegó a ver el precio que pagaron su madre, su esposa, sus hijos y sus amigos del clandestino mundo gay por las indignantes andanzas que él emprendió intentando llamar la atención.

Pero, como el artista bien sabía, él era el "derrochador de su propio genio" y la vida de vicisitudes que llevó fue la más extravagante de sus creaciones. La tragedia de Oscar Wilde fue pensar que era la única persona verdadera sobre el escenario.

Fuentes.
www.psiquiatria.com por Isabel S. Larraburu
www.redsistemica.com.ar por Frank Pittman

3 comentarios:

  1. Muy interesante este tipo de personalidad, creo haberme topado en algún momento con personas así y lo mas doloroso es que aun y cuando uno les tenga cierto afecto estas personas te alejan por no considerarte digno de su linaje, mientras anhelan tu compañía porque como no dejan a nadie acercarse están irremediablemente solos.

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  3. No sé cómo hacerlo, no tengo idea cómo dejar de ser narcisista... Después de años de entender que algo tenía, es la sexta página que leo en el día de este problema, y lamentablemente debo reconocer que lo soy con todas sus letras...y me duele...por que esta enfermedad llena de malos sentimientos, alejas a todo el mundo o tu te alejas de ellos, y crees que no te quieren, o que no te aprecian, pero siempre quieres hacerlos cambiar, que lleguen a pensar lo que uno piensa, porque es mejor... Y al final, uno habla de que todos son idiotas...Yo no me siento de este mundo, y siento que no encajo con nadie...pero tengo conciencia, de que viendo mi bagaje cultural, es muy pobre para ser reconocida, aunque alejandome de la gente, siempre busco el reconocimiento...

    Necesito ayuda. No quiero seguir así.

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