julio 05, 2010

Soy Lilith

Por Karini Apodaca

Soy Lilith, la hermosa y libre, nadie podrá entender jamás el gran poder que tengo sobre mi amante Creador; que si bien creó a Adán, la pasión que siente por mí lo llevó a darme el privilegio único de llamarle por su nombre.

Sólo yo puedo hablar de lo que es ser el total de sus ideas y anhelos hechos carne y pensamiento humanos, Adán nunca quiso entenderlo, se negó a paladear las mieles del divino placer de mi sexo, insistentemente trató de subyugar mi esencia hasta llevarme al cansancio. Cualquier lugar, por muy inhóspito que sea, siempre será mejor que la jaula de oro llamada paraíso, donde insistía en tenerme prisionera y limitada.

Mi voraz e insaciable vientre ha dado pequeñas degustaciones de lo que mi Creador me ha regalado, y aunque ustedes insistan en negarlo, les guste o no, soy su favorita, la más amada de sus creaciones.

Fue Él quien me liberó, dándome alas para huir de tan pusilánime amante, y es Él mismo quien me ha permitido hacer y deshacer.

Suele llamarme caprichosa, pero nunca me ha negado nada.

Huí del Edén cuando llegué al límite, traté de entender a mi esposo y de enseñarle todo lo que yo conocía del erotismo y sensualidad que de mi amante Creador aprendí a paladear. ¿Lo dudan? De quién más podría yo haber aprendido del placer sino de su propia esencia, siendo su imagen y semejanza, ¿cómo ser distinta a Él?

Soy ese ser que todo hombre anhela en su lecho, fogosa y entregada a mi emancipada vida; devoro sus corazones después de alimentarme de su fluido vital, porque sería cruel dejarlos vivir perdidos en la melancolía de conocer el gozo que jamás volverán a poseer; mi cuerpo bellamente modelado por manos deseosas de lograr la figura más bella y grácil del universo es la fuente de placer más grande jamás conocida, nadie ha podido resistirse a beber de ella.

Mi castigo, por llamarlo de alguna forma, no fue la matanza de mis hijos para obligarme a volver con Adán; los hombres borraron mi nombre de su historia y le dieron a Eva el lugar de esposa, creo que se lo merece, una mujer temerosa y dócil cuyo único pecado fue dejarse convencer de que al comer del fruto prohibido ayudaría a su marido a tener un mejor lugar en la Creación. Y ahí está el resultado: la castigaron dándole sufrimiento en cada parto y siempre estará bajo la tutela de un hombre. Si mi castigo fue quitarme el título de “señora de…”, se los agradezco infinitamente, vivo la vida a mi modo, no sufro, me quedo con lo mejor de cada amante y sigo gozando los privilegios únicos que me da ser la más bella y emancipada criatura jamás imaginada.

Vivo en la delgada línea de la duermevela, las más intensas fantasías siempre son alimentadas por mi recuerdo. No pude haber pedido más.

2 comentarios:

  1. ninguna descripcion de lilith me ha fascinado tanto como esta.

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  2. Si prefiero a Lilith mil veces, me condenaré también mil veces y dejaré de ser descendiente de Adán ?

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