julio 13, 2010

El camino del suplicio

Por Redacción Mundana

Las siglas BDSM tienen varios significados: BD (Bondage), B&D (Bondage y Disciplina), D/S (Dominación y Sumisión) y SM (Sadomasoquismo), y definen una relación estructurada a menudo en torno al contexto del uso del poder, que cuando se da entre dos personas, determina la existencia de un papel de “amo” y otro de “esclavo”. Hay que destacar que esto se produce de forma consensuada; aunque muchas prácticas se considerarían en contextos distintos como desagradables (dolor, servidumbre y juegos de poder), una de las máximas en el BDSM es SSC; “Seguro, Sano, Consensuado”. Buena parte de la relación consiste en un juego de poder y dominio en el que una persona ofrece su autonomía personal a la otra; se determinan previamente los límites, y palabras o gestos clave para detener la escena en caso de que alguien no desee continuar. Es bastante común que se firme un “contrato” en el que se dejan claros los límites, y que sirve a la vez como parte del “fetichismo” en torno al BDSM, puesto que se trata de un contrato de servidumbre.

El mundo del BDSM puede ser muy absorbente y para algunas personas representa un giro muy fuerte en sus vidas. Uno de los factores más importantes es la escasa aceptación social y el alejamiento cultural que implica de esta práctica, al que se añade cierto carácter adictivo debido a la fuerza de la experiencia.

La figura del dominante 
Esta figura es la que controla a la persona sumisa; es lógico que se cuestionen las motivaciones para representar este papel, ya que se basa en el ejercicio del poder y actos que infligen dolor. Se trata de una posición peligrosa, puesto que si el dominante no sabe controlarse puede desquitarse de sus frustraciones con el sumiso, por eso es necesario enfatizar lo más posible la diferencia en el role playing del “amo” (que debe llevar a cabo una labor compleja) y la personalidad de un sádico.

El amo debe cuidar al sumiso y comunicarse con él, ya que cuando el sumiso se entrega a sus deseos, le ofrece el mayor regalo que puede dar: su voluntad. Un regalo muy bello que el amo debe saber apreciar y compartir, tratando a la persona que se la ha entregado como ella desea ser tratada. El objetivo del juego no es que la obediencia surja del temor al castigo, sino que lo haga a partir del deseo de complacer al dominante, y de una confianza suficiente como para entregar a ciegas su voluntad; del mismo modo que el sumiso ha de llevar a cabo una entrega física y psicológica por placer y no un proceso de autodestrucción.

La figura del sumiso
La persona que actúa como sumisa entrega gradualmente su voluntad a la de su amo; para ello debe de establecerse comunicación y confianza, necesarios para aproximarse a la entrega total a través de la cual puede funcionar la relación BDSM. Es decir, que mientras que el amo puede entregar cosas al sumiso, el sumiso se entrega al amo. No debe esperar recompensas, aunque vaya a obtenerlas; su determinación tiene que surgir de esta entrega, aunque la gratificación bien administrada por parte del amo sea un ingrediente esencial a la hora de que el sumiso pueda seguir superando sus límites para entregarse por completo.

Al igual que la figura del amo, la del sumiso puede ser peligrosa por la naturaleza psicológica de la propia experiencia; si el sumiso tiene impulsos autodestructivos o si utiliza la experiencia para despersonalizarse, se considera que la persona no es apta para jugar el papel de sumiso puesto que busca “dominar desde abajo” la situación y usar la experiencia para su autodestrucción.

Hormonas y BDSM
La gente que no pertenece al mundo de BDSM se hace frecuentemente la siguiente pregunta: ¿Que hay de placentero en el dolor?. La respuesta es simple: no hay nada de “placentero” en el dolor. Pero cuando se aplica con cuidado y sabiduría, impulsos tales como dolor, stress, miedo y humillación, siempre dentro del contexto adecuado, pueden crear una reacción en cadena o bien, una aceleración hormonal. Dicha aceleración, descrita frecuentemente bien en el ámbito de la dominación, bien en el de la sumisión, juega un papel muy importante en el intercambio consensuado de poder erótico y aunque no es la explicación ulterior del comportamiento denominado “intercambio de poder erótico”, es, ciertamente, una explicación adecuada.

El dolor (este término puede incluir también las nociones de stress, humillación, y sensaciones similares) tiene diferentes manifestaciones y morfologías y de hecho, es un término que engloba distintas reacciones cerebrales. El mensaje principal que el dolor transmite al cerebro es el siguiente: “Hay un impulso nuevo. Retenlo, despreocúpate de otras cosas, este mensaje tiene prioridad”. Estudios recientes realizados por psicólogos y microbiólogos, han revelado que el dolor no es simplemente una reacción física, sino también psicológica. Y una prueba de ello es que las reacciones de dolor están influenciadas por factores psicológicos. El stress, por ejemplo, puede bloquear la percepción de dolor, mientras que el miedo o la ansiedad pueden incrementar dicha percepción. La explicación del uso del término “percepción” reside en que el dolor no es una señal automática, sino que es una señal que el cerebro interpreta antes de que se produzca. El área cerebral conocida como “tálamo” es el punto de partida de la señal de “dolor”, es decir, “la puerta del dolor” y es también en dicha “puerta” donde se interpreta. De hecho, si dirigimos impulsos microeléctricos hacia esta “puerta”, el dolor puede disminuir e incluso, cesar. En otras palabras: se apaga el enchufe y el paciente no siente dolor.

La aceleración que produce un impulso de dolor se traduce en la producción de adrenalina. La adrenalina es una sustancia creada por el propio organismo que, ante todo, creará un estado de alerta o vigilancia extrema. La adrenalina se produce cuando el cuerpo o la mente experimenta sensaciones tales como stress, dolor, peligro o incertidumbre. Los deportistas son verdaderos “adictos” a la adrenalina, y por esta razón, conforman un grupo importante dentro del mundo del intercambio de poder erótico. Lo que se describe tradicionalmente como adrenalina son, de hecho, dos hormonas, la adrenalina (epinefrina) y la noradrenalina (norepinefrina). Ambas se producen en la parte inferior del cerebro humano: la médula, también llamada glándula adrenal. Ambas son secretadas por terminaciones nerviosas y funcionan como neurotransmisores, que facilitan una transmisión mas veloz de señales tanto desde el cerebro como hacia el cerebro. Ambas hormonas son complementarias, aunque parece ser que la adrenalina se concentra principalmente en la actividad cerebral y coronaria, así como en la activación del metabolismo, mientras que la noradrenalina tiene principalmente una función vasoconstrictora, es decir, infligir movimiento venoso, y como  consecuencia, también produce una elevación de la presión arterial.

Las dos hormonas de adrenalina son la respuesta que, inmediatamente, da nuestro cuerpo. Incluso antes de que el cerebro haya analizado las señales que indican una diferencia respecto al nivel normal de actividad física, se soltará adrenalina. Las señales pueden ser posteriormente analizadas como: peligro, stress, dolor u otra señal de alarma e incluso antes de que el cerebro haga un segundo análisis, la adrenalina comenzará a preparar el cuerpo para una respuesta física. La salida de adrenalina hará que el sistema sensorial (ojos, oídos, terminaciones nerviosas etc.) entre en estado de alerta. También comenzará a acelerarse el metabolismo con el fin de filtrar rápidamente azúcar que servirá, posteriormente, como energía muscular. Asimismo, se incrementará el ritmo cardiaco y la actividad vascular, con el fin de permitir un transporte energético más rápido hacia los músculos. Finalmente, la salida de adrenalina, dará impulsos al tálamo ( “la puerta del dolor”), por lo tanto, la salida de adrenalina funciona como “asesina” del dolor. Si el cerebro analiza las señales como una falsa alarma, la producción de adrenalina se parará y el cuerpo volverá a su funcionamiento normal. La adrenalina es adictiva, aunque no hasta el extremo de resultar peligrosa. Es bien sabido que los deportistas de élite, los altos directivos y la gente que vive al “límite” desarrollan una ligera adicción a la adrenalina o a las endorfinas. Esto también le ocurre a la gente que se encuentra dentro del mundo del intercambio de poder erótico. Además de las sensaciones descritas anteriormente, la producción de adrenalina puede estar desencadenada por la excitación sexual.

Las distintas sensaciones
Aquí es importante explicar las dos formas distintas en las que la gente puede experimentar el intercambio de poder erótico: para algunas personas, es una forma momentánea de disfrute, para otras, por el contrario, es una forma de vida. El primer grupo estará interesado en experiencias no duraderas, que no llevan asociada una pauta regular de conducta. Acudirán a fiestas, buscarán contactos ocasionales, ya que su interés radica en la elevación de adrenalina. En este sentido, este grupo difiere de los que consideran el intercambio de poder erótico como una forma de vida y lo incluyen como parte de su personalidad. Esto les hará buscar un hueco importante en su vida para el desarrollo del intercambio de poder erótico.

Y así como no existen el bien y el mal, de la misma forma ningún grupo es mejor que otro y no deben compararse. Ambos puntos de vista son válidos, lo único que difiere es la perspectiva, de la misma forma que existe una diferencia abismal entre sentir, accidentalmente, la necesidad de conducir a gran velocidad y ganarse la vida como piloto de Fórmula1.

Endorfinas
Las endorfinas pueden ser, al menos hasta cierto punto, una de las cuestiones más controvertidas para la gente que vive el intercambio de poder erótico. Aunque es muy pronto para cualquier conclusión científica, se está empezando a probar que las endorfinas juegan un papel importante en las “escenas” de intercambio de poder erótico. Aunque las endorfinas son relativamente nuevas para los médicos, y más para los psicólogos y psiquiatras, se ha constatado su importante papel en las reacciones psíquicas y psicológicas.

Las endorfinas siempre han existido en el cuerpo humano. No son una única sustancia química, sino un grupo de sustancias que tienen bien las mismas propiedades, o bien propiedades relacionadas. Fueron descubiertas a mediados de los años setenta. Este grupo de péptidos, que están compuestos de aminoácidos, han arrojado alguna luz sobre la coordinación de sistemas dentro del cuerpo humano. Pero su importancia puede residir en que son el mecanismo de unión del sistema inmunológico y endocrino, convirtiendo así a la mente en un sistema único (psicológico, inmunológico y endocrino). Las endorfinas son un grupo complejo de hormonas secretadas por la glándula pituitaria (localizada en la base del cerebro).

Las endorfinas parecen explicar una serie de fenómenos, incluyendo el que los pacientes hospitalarios y los deportistas sean capaces de apartar de su mente la sensación de dolor únicamente con su poder mental. Se descubierto desde entonces que el cerebro produce “cocktails” de endorfinas basados en diferentes impulsos. Estos impulsos pueden ser externos (tal como un impulso de dolor) o pueden ser creados por el propio cerebro. Aunque no ha sido estudiado aún con profundidad, en un intercambio de poder erótico es muy probable que tanto los impulsos físicos como mentales jueguen un papel en la producción y secreción de endorfinas por el cerebro.

Esta teoría explicaría al menos de forma científica la importancia de las fantasías, fetiches y símbolos en el mundo del intercambio de poder erótico así como la evidente interacción entre las fantasías y la vida real. Otro efecto, aún sin analizar, es la influencia de la adrenalina en la producción de endorfinas. Ya que las endorfinas parecen ser compuestos químicos, otros impulsos tales como la fantasía, el simbolismo, el olor (como el del cuero o el látex, por ejemplo), los fetiches, e impulsos mentales tales como el dolor y la humillación pueden estar interrelacionados o conectados directamente con el efecto de las endorfinas.

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