junio 04, 2010

Tio Oscar, Pater putatibus

POR Karini Apodaca

Recuerdo a mi tío Óscar desde muy niña, era quien de pronto pasaba por mi mamá y nosotros para llevarnos a comer a algún restaurante bonito. Fue él quien un día que mi madre tuvo que manejar a la voz de ya, le pidió el auto, lo llevó al mecánico y se fue escoltándola detrás de nosotros hasta el colegio.

Fue mi tío Óscar quien me enseñó a bailar. Me sentía divina en sus brazos; creo que desde entonces me quedó claro que los hombres mayores me gustan a rabiar.

Un día nos llegó con la noticia de que se casaba. La boda fue, por todo, la más cuidada y bella que recuerdo. Al mes de su enlace nos anunció que se divorciaba, y allí se destapó entre los malos comentarios de la que fuera su esposa por acuerdo que mi tío era homosexual. Algunos de sus hermanos le retiraron el habla y prohibieron a mis primos tener contacto con él. En casa no sucedió nada, seguimos nuestro convivio y es que, ¿cómo se le puede cerrar a alguien la puerta, si todo lo que te ha dado es amor y cuidado?

Lejos de ser mal recibida la noticia por mis hermanos y yo, nos permitió ser más cercanos a él. A varios de mis hermanos los apoyó a terminar sus estudios y al día de hoy siempre tiene tiempo para escuchar qué es de la vida de cada uno de nosotros.

Cuando me divorcié tuvo el cuidado para platicar conmigo y constatar que, dentro de todo lo que implica llegar a esa decisión, mi ánimo estaba bien.

Con el tiempo conocimos a Carlos, su actual pareja; Carlos es la onda, bromeamos bastante con él y puedo decir sin tapujos que ocupa un lugar por él mismo en mi corazón.

Hace cuatro años le llevé a regalar un ramo de flores con una pequeña tarjeta agradeciendo el padre que ha sido para mí. Porque si bien mi padre natural formó algunas cosas, mi tío Óscar nos entregó tiempo y consejo. Por algunas conversaciones escuché que de muy joven trató de suicidarse, y es que desde muy chico sintió una fascinación especial por los niños no por las niñas, causando un gran descontento en su padre, mi abuelo. Imagino que no fue fácil para él asumirse y además aceptarse, porque todavía hoy en día hay quien tiene la osadía de cuestionar la integridad y belleza del ser humano por su vida sexual.

Jamás he sentido otra cosa que no sea admiración y cariño por él, mi padre putativo. Si, de pronto se pone denso con la onda del status quo y en esos casos es mejor despedirse, porque una vez que empieza por ahí ni quién lo pare. Pero, bueno,¿ qué padre no tiene sus alucines?

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